Hacía ya varios años desde mi última visita a Marruecos, un país del que guardaba muy buenos recuerdos, por el carácter de los bereberes, la tranquilidad que se respira en el ambiente y la diferencia cultural a pesar de la cercanía geográfica con España.
Llegamos a Marrakech de noche y tras recordar lo estresante que es negociar por el precio de todo, cogimos un taxi que nos llevó hacia el riad que teníamos reservado, cuando llegamos nos sorprendió lo escondido que estaba, pero también lo lujoso que era para lo barato que nos salió.
El primer día lo dedicamos a visitar Marrakech y a pesar de no ser mi primera visita a la ciudad, sí que fue la primera desde que soy vegano. El choque fue brutal, no se como antes a pesar de considerarme la misma persona y ser un defensor de los animales no era capaz de ver todas las cosas que ahora veo y que tanto a Sahar como a mi nos atormentaron, hasta el punto de eclipsar el resto de situaciones positivas y hacer que nos centrásemos solamente en la miserable vida de los animales que nos encontramos en nuestro camino.


Nada mas bajar del riad, un burro cargado a reventar parecía mirarnos buscando ayuda, no me imagino un destino más triste que pasar la vida todos los días cargando un peso que te lleva hasta la extenuación mientras recibes palos continuamente, hasta que un día no puedas más , caigas rendido y seas sustituido por otro esclavo. De camino al zoco, nos adelanta un carro con gallinas enjauladas hacia la carnicería, lo mismo que en España, solamente que aquí no se esconde al público, no nos consuela, desgarrador. Ya dentro del zoco, águilas en jaulas, pieles de serpiente, de leopardo, cuernos de marfil… llegamos a las plazas y gente con monos encadenados para hacerse fotos con los turistas, uno de ellos está intentando vestir al mono con un vestido de bailarína, ridiculizándolo mas si cabe, como no se deja lo golpea en la cara, ahí no aguantamos más nos dirigimos gritándole, él, en respuesta vuelve a pegar al mono. Saco la cámara y empiezo a grabar, grito, «a la policía, esto va a internet!». Se corta y se esconde, ya no podemos más. ¿Tan difícil es vivir sin maltratar a otros? La plaza de Jemaa el fnaa esta llena de acróbatas, vendedores, comerciantes, músicos, puestos de comida… pero claro, el que no tiene talento ni corazón tiene que vivir a costa de robar la vida a los animales. Nos quedamos hechos mierda, el mundo es muy triste, quizás ya no podamos disfrutar más de un viaje. No podemos aceptar la crueldad que todo el mundo considera como algo normal. ¿Seremos nosotros los raros? Me da igual si raro significa no ser un hijodeputa desalmado, lo acepto con gusto, nunca más consideraré el maltrato como algo normal.
La impotencia aquí es muy grande, nada que denunciar, no hay forma de ayudar… partimos hacia Imlil, esperando alejarnos un poco de tanto ser humano.

Cojemos un Taxi que nos lleva a Imlil . El pueblo está situado a 1700m, el aire es frío y el ambiente más tranquilo, intentamos ser egoístas, olvidar la mierda que hemos visto y tratar de disfrutar el viaje, nos sentimos fatal por ello.
Alquilamos piolet, crampones y unos bastones, desayunamos un bocata de salchichón vegetal que compramos en Planeta Vegano en Madrid y empezamos la ascensión.
Nos ofrecen que nuestro equipaje sea llevado por una mula, por supuesto rehusamos, es muy triste ver a turistas que aspiran a montañeros subir sin mochila mientras un mulo va reventado detrás de ellos, o los típicos turistas gordos que dan miedo a lomos de la inocente mula haciendo fotos y riendo. Si no puedes subir una montaña por ti mismo, entrena más, selecciona mejor tu equipaje o busca un objetivo más asequible, no hay excusa para hacer sufrir a otros por tu egoísmo, si lo que quieres es colaborar con la enconomía de la zona, que es lo más recomendable, no te preocupes tendrás miles de posibilidades tanto de alquilar material de montaña, como de comer y dormir en los cientos de lodges, tomarte un zumo por el camino o comprar cualquier souvenir, pero por favor no alimentes un negocio de maltrato y explotación hacia animales.
La subida es muy bonita y sencilla hasta llegar a los 2400m. donde hay una serie de puestos donde poder avituallarte, a partir de ahí empieza la nieve, está en buen estado pero vamos más seguros con los crampones, Sahar está de estreno pero se adapta muy bien y avanzamos sin problema.



A partir de los 2800 m. empieza a acumularse el cansancio y afectar la altura, a Sahar se la atraganta un poco la subida, pasa un momento de crisis, está a punto de entregar su vida y dejarse morir en la nieve, no me hace ni caso y me contesta de mala manera, aun así llegamos según lo previsto al refugio. Allí un té calentito y un bocata de chorizo con queso vegano nos vuelve a la vida.
El día siguiente nos levantamos sin prisa para atacar la cima del Toubkal de 4167m. El día es perfecto, hace frío pero el sol calienta y la nieve está en buenas condiciones. La subida es muy dura pero sin prisa y disfrutando de las vistas llegamos a la cumbre, al haber salido tarde estamos sólos en la cima y flipamos con las vistas, se ve desde el mar hasta el resto de la cordillera del Atlas. Sahar había renacido después de la paliza del día anterior, bajamos muy tranquilos disfrutando de la nieve y haciendo fotos, esa noche dormiríamos en el refugio también, aunque se puede bajar en el día, decidimos quedarnos una noche más para disfrutar del lugar.


Al día siguiente, decidí hacer una subida express desde el refugio. Subí ligero de peso y empecé a buen ritmo, aunque mi forma física y la altura enseguida me enseñaron mi ritmo, llegué a la cima en 1:10´desde el refugio e hice bajada corriendo en 21´total 1:31. Más aclimatado, en forma y con la nieve un poco más dura se puede bajar mucho éste tiempo, pero fue una buena manera de entrenar, la parte negativa que bajando una pala de nieve dura la velocidad me hizo resbalar en plan trineo hasta que cogí un bache que me dejó un buen golpe en las costillas.


Ya de vuelta decidimos terminar nuestra semana en Esaouira, pueblo costero muy bonito y con un ambiente mucho más tranquilo que Marrakech, pasamos dos días muy relax. El pueblo está lleno de gatos y perros que sorprendentemente son muy queridos por la gente. La sorpresa del viaje fue cuando encontramos un restaurante Vegan, su dueño era marroquí y vegano por supuesto, como además estaba buenísimo, nos hicimos clientes fijos. Aún así nos fue muy fácil comer vegano en Marruecos, tanto en la montaña como en los pueblos nunca nos faltó de nada, Tallin de verduras, Cous cous vegetales, sopas, ensaladas, patatas fritas, dátiles, pan, naranjas… no nos faltó de nada.



En resumen la zona del Toubkal es una fácil y bonita alternativa para hacer montaña, en invierno está muy tranquilo casi no encontramos gente, el Toubkal es un 4000 muy asequible, pero tienen muchas más opciones desde el refugio de pasar unos cuantos días haciendo cumbres y disfrutando de la montaña.
Go Vegan
Felicidades amigos, envidio vuestra experiencia fabulosa de recorrer una parte de Africa todavía desconocido para mí. Me gustó mucho la broma de las muelas!! Las fotos tambien sobresalen la intensidad de la aventura en vuestras vidas! Saludos desde San Marcos, Lima, Perú!