En poco mas de 2 horas llegamos a El Calafate, ya en Argentina, punto de partida para visitar el glaciar Perito Moreno.
Tras encontrar alojamiento, nos dedicamos a buscar transporte hasta el Glaciar, todos los albergues y hoteles te ofrecen Tours tres veces mas caros que el precio del autobús ida y vuelta, así que nos fuimos a la terminal y compramos los billetes, con menos margen de tiempo de visita, pero por lo menos vas solo , sin guías y con menos turistas.

Tenía un buen recuerdo del glaciar, cuando lo visité hace ya 5 años en bici, pero al a estar frente a la masa de hielo no puedes evitar volverte a sorprender.
Ademas es diferente en cada época del año, ahora esta más cerca de la orilla y hay más icebergs flotando en el lago.
Es el glaciar más grande y perfecto que nunca haya visto, con 30 km de largo , y 5 de ancho, 60m de metros de altura sobre el agua, con grandes placas de hielo desprendiendo de sus paredes, que provocan un sonido atronador, formando grandes olas en el tranquilo lago.
Pasamos unos 5 horas paseando por los alrededores, el único pero que tiene, es demasiado accesible, y pierde ese aire de lugar recóndito que sentimos en el glaciar Grey la semana pasada.


Al día siguiente, otro bus hacia el Chalten , pequeño pueblo fronterizo en el corazón de las montañas, a los pies de los famosos picos del Fitz Roy y Cerro Torre.
El lugar esta totalmente enfocado a la montaña, así que es perfecto para hacer caminatas de todos los niveles, así como montaña y alpinismo.
Lo malo fue que todo el frío que chupamos en Torres Del Paine, lo pagamos ahora, primero caí yo con dos días de gripe, y luego Edurne.
Aun así pudimos hacer las rutas más clásicas, y ademas el tiempo nos acompañó y pudimos disfrutar de las vistas del Fitzroy y Cerro Torre todos los días.


Aproveché los últimos dos días que ya estaba recuperado y Edurne necesitaba más descanso, para correr por las montañas, como todo esta señalizado , tienes variedad de senderos para perderte, y llegar a los pies del Fitz Roy, del Cerro Torre,… la ruta más bonita fue la subida al Pliegue del Lomo tumbado, con la última parte nevada, lo que hizo complicado el último tramo de la subida, pero las vistas merecieron la pena.

Y la bajada más ,arrastrando el culo por la nieve primero y corriendo después.
Con las pilas cargadas aunque arrastrando todavía la gripe Edurne nos dirigimos hacia el norte, 14 horas mas de autobús, y es que las distancias en la Patagonia son inmensas.
