Después de 12 horas de autobus, nos encontrabamos viendo amanecer cerca de Vintiane en la frontera de Laos con Tailandia, como esperabamos no tuvimos problemas para salir de Tailandia.
El problema podría estar en la entrada en Laos.

Elegimos a la policia que tenia más cara de simpatica,una chica que nos daba buena espina, a ver si no nos ponía pegas.Cuando Edurne la entregó el pasaporte, se lo quedó mirando más tiempo de lo normal, y muy seria la dijo que tenía menos de seis meses de validez.Le contamos que en cuanto volvieramos a Bangkok solicitaríamos un pasaporte nuevo.

Bueno, ya pensamos que se fastidiaba el tema y nos tocaba volver a entra a Tailandia, la policia nos dijo que sería la última vez que podría utilizarlo, nos dio un ticket y se quedó con el pasaporte.

Por suerte, comprobamos que se lo quedaba solo para ponerle la visa y otro agente en otra ventanilla sería quien nos lo entregara.

Menos mal que no fueron muy estrictos, esperemos que a la vuelta en Tailandia se porten igual.

Ya nos habíamos quitado un peso de encima, así que a desayunar y a buscar alojamiento.

Vientiane tiene la fama de ser la capital más tranquila del mundo, y la verdad parecía más un pueblo que una gran ciudad.

Lo primero que nos sorprendió de Laos es que la gente es más tranquila y no te agobian nada ofreciendote transporte, o vendiendote cosas, te dejan tranquilo y eres tú el que tiene que preguntar.

También nos encantó el precio de la cerveza, lo más barato del viaje hasta la fecha y es que por unos 60 céntimos la botella de 600 ml, estuvimos celebrando los 6 meses de viaje tres días seguidos.

Después de un par de días visitando la ciudad en moto, cogimos un bus haca el norte, el destino era Vang Vieng, una zona famosa por el tubing, una especie de descenso en rio con una cámara de camión a modo de flotador, con paradas en los bares de la orilla del rio, y aderezado con toboganes y tirolinas.

La idea del tubing no nos volvía locos pero habíamos leído que la zona era muy bonita.

Aunque nada más entrar al autobus nos embajonamos bastante al ver que la media de edad era de unos 18 años, así que decidimos que con una noche en Vang Vieng sería suficiente.

Pues al final nos quedamos cinco días, y es que aunque nos esperabamos un lugar de marcha y desenfreno, encontramos un pueblo donde estabamos muy tranquilos en un entorno precioso, rodeados de montañas a orillas del rio.

Y con muchas cosas que hacer, asi que entre kayak, cuevas trekkings y baños en el rio, se nos pasó el tiempo volando.

Ahora seguiremos hacia el norte del país a celebrar el año nuevo, que nos acabamos de enterar que es en unos días.